
¿Por qué muchas proteínas no tienen buen sabor? Tronk sí
Muchas proteínas en polvo no tienen buen sabor por dos motivos principales. El primero es que muchas marcas utilizan rellenos baratos, edulcorantes artificiales y azúcares añadidos. Estos terminan dejando un regusto químico, más parecido al de una medicina que al de un producto pensado para cuidarte en tu día a día. Y estos ingredientes no solo afectan al sabor, sino también a tu cuerpo.
El segundo es una cuestión de expectativas: mucha gente espera que un batido de proteínas sepa como un Nesquik o una bebida comercial, cuando en realidad estos suplementos están formulados principalmente para aportar nutrientes, no para imitar sabores ultraprocesados y que suelen llevar gran cantidad de azúcar.

No es la proteína, es cómo la mezclas
Es común escuchar que “todas las proteínas saben mal”, pero en realidad depende mucho de cómo las prepares. Un batido mezclado solo con agua, por muy buena que sea la proteína, suele resultar plano o aguado. Lo mismo pasaría si mezclas agua con cacao en polvo o con tres fresas en una batidora: no sería una experiencia muy agradable.
En cambio, si usas una bebida vegetal, como leche de avena o almendra, el resultado mejora notablemente. La textura es más cremosa y el sabor se intensifica, sin necesidad de añadir azúcares ni perder calidad nutricional. Esta es una de las claves para transformar una experiencia insípida en una proteína con buen sabor que realmente apetece tomar cada día.

La fuente de proteína influye (y mucho) en el sabor
La base de la proteína que consumes afecta directamente al sabor y a la textura del batido. Por ejemplo:
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Whey (suero de leche): acepta bien los sabores añadidos, aunque algunas versiones pueden tener un regusto lechoso o rancio. Hay que tener en cuenta que muchas personas son intolerantes a la lactosa, lo que puede causar molestias digestivas si el producto no es aislado o está mal formulado.
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Proteína de guisante: tiene un perfil más terroso y vegetal. Si no se combina con otras fuentes o no se trabaja bien el sabor, puede resultar amarga o "a legumbre".
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Proteína de arroz: es más suave aunque de textura algo arenosa, pero su sabor es neutro y fácil de cubrir con ingredientes naturales.
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Soja: tiene un sabor más fuerte, a veces descrito como a “papilla vegetal”. Además, su perfil alérgeno hace que muchas personas prefieran evitarla.
Es decir, no todas las proteínas vegetales saben igual. La calidad de la materia prima y el tratamiento que recibe marcan una gran diferencia si buscas una proteína con buen sabor.

Algunas marcas sacrifican proteína por sabor
Otro problema habitual es que muchas marcas deciden bajar el porcentaje de proteína por porción para poder añadir más saborizantes, acidulantes o edulcorantes. Si revisas las etiquetas, verás que algunas versiones saborizadas ni siquiera alcanzan el 70% de proteína pura. Lo que ganas en sabor, lo pierdes en eficacia.
Al final, todo lo que consigues con esas mezclas de químicos es que necesites tomar mayor cantidad de producto para alcanzar tus necesidades de proteína, algo que resulta más caro, menos eficiente y, en muchos casos, bastante contraproducente. Tomas más polvo, más azúcares, más grasas, y menos proteína real.
En Tronk lo hacemos distinto
En Tronk no creemos que tengas que elegir entre sabor y calidad. Usamos solo ingredientes naturales, sin edulcorantes artificiales ni rellenos innecesarios. Nuestra proteína de chocolate sabe a chocolate porque lleva cacao real, y la de fresa sabe a fresa porque lleva fruta de verdad. Y lo mejor: el porcentaje de proteína sigue siendo alto, sin atajos.
El sabor de la proteína no tiene por qué ser un sacrificio. Si eliges bien y la preparas con mimo, puedes disfrutar de un batido que te ponga fuerte y además disfrutes. Y si quieres una opción natural, sin aditivos y con buen sabor de verdad, Tronk es para ti.

Si tú también crees que una proteína con buen sabor no debería depender de químicos ni trucos, síguenos en Instagram o Facebook. Compartimos recetas, consejos y formas creativas de disfrutar una proteína real, con ingredientes que se entienden, se disfrutan… y se notan. Sin disfraces, sin rellenos. Solo sabor auténtico y nutrición de verdad.